miércoles, 30 de noviembre de 2016

KIRI


El árbol Kiri, conocido como árbol Emperatriz o Paulownia tormentosa, es originario de China. Gracias a sus características, podría ser de gran ayuda contra el calentamiento global, la contaminación y la desertificación del planeta. Un árbol que puede purificar suelo infértil, también absorbe 10 veces más CO2 que cualquier otra especie.

A finales de los años 70 se iniciaron trabajos de mejora genética que permitieron diseñar un nuevo híbrido. Mejorando notablemente su resistencia a plagas y enfermedades, su capacidad para no modificar su entorno y no afectar a otras especies con las que convive debido a que es un clon estéril que sólo se reproduce en el laboratorio.
Puede llegar hasta los 27 m de altura y un tronco entre 7 y 20 m de diámetro. Tiene unas hojas de 40 cm de ancho. Resiste al fuego al regenerar sus raíces y vasos de crecimiento rápidamente y también tolera la contaminación. No es necesario replantar ya que rebrota de cepa después del corte. Prospera en suelos y aguas contaminadas y purifica la tierra según crece, a partir de sus hojas, ricas en nitrógeno, aportan nutrientes al caer y descomponerse en el suelo, aunque en estas condiciones su crecimiento es muy lento. Para que su crecimiento sea óptimo, se requiere suelos profundos y bien drenados, preferiblemente franco-arenosos, no soportan los suelos salinos. Tiene la capacidad de desarrollarse en suelos pobres o erosionados, siempre y cuando se le apoye con abono orgánico y con un sistema de riego.
Por sus características fisiológicas, este árbol puede adaptarse a una gran variedad de climas con temperaturas extremas de -20 ºC hasta 45 ºC. Su principal característica, que lo convierte en único, es su eficiencia a la hora de realizar la fotosíntesis. Este árbol consume más CO2, principal gas de efecto invernadero, y produce más cantidad de oxigeno que la media de otros árboles. Un árbol adulto puede llegar a capturar 21,7 kg de CO2 cada día, lo que convierte en 6 kg de oxígeno.
Emite grandes cantidades de oxígeno y absorbe hasta diez veces más dióxido de carbono que otros árboles. Se trata del árbol que más rápido crece de todo el planeta y con tan sólo ocho años alcanza el tamaño de, por ejemplo, un roble de 40 años. Tras el corte se regenera de forma vigorosa hasta 7
veces.

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