lunes, 28 de enero de 2019

Ten threats to global health in 2019 (OMS)


Air pollution and climate change

Nine out of ten people breathe polluted air every day. In 2019, air pollution is considered by WHO as the greatest environmental risk to health. Microscopic pollutants in the air can penetrate respiratory and circulatory systems, damaging the lungs, heart and brain, killing 7 million people prematurely every year from diseases such as cancer, stroke, heart and lung disease. Around 90% of these deaths are in low- and middle-income countries, with high volumes of emissions from industry, transport and agriculture, as well as dirty cookstoves and fuels in homes.

The primary cause of air pollution (burning fossil fuels) is also a major contributor to climate change, which impacts people’s health in different ways. Between 2030 and 2050, climate change is expected to cause 250 000 additional deaths per year, from malnutrition, malaria, diarrhoea and heat stress.

In October 2018, WHO held its first ever Global Conference on Air Pollution and Health in Geneva. Countries and organizations made more than 70 commitments to improve air quality. This year, the United Nations Climate Summit in September will aim to strengthen climate action and ambition worldwide. Even if all the commitments made by countries for the Paris Agreement are achieved, the world is still on a course to warm by more than 3°C this century.

Fragile and vulnerable settings

Emergency






More than 1.6 billion people (22% of the global population) live in places where protracted crises (through a combination of challenges such as drought, famine, conflict, and population displacement) and weak health services leave them without access to basic care.

Fragile settings exist in almost all regions of the world, and these are where half of the key targets in the sustainable development goals, including on child and maternal health, remains unmet.

WHO will continue to work in these countries to strengthen health systems so that they are better prepared to detect and respond to outbreaks, as well as able to deliver high quality health services, including immunization.
OMS

domingo, 27 de enero de 2019

Dance


DAVOS

Se cree que cerca de 1.500 vuelos en jet privado se van a realizar durante la semana del Foro Económico Mundial (World Economic Forum , WEF) a aeropuertos cerca de Davos en los Alpes suizos. Esto supone un aumento en comparación con los más de 1.300 movimientos de aeronaves vistos en el foro del año pasado, a pesar de que el cambio climático se registró como el principal factor de riesgo identificado para la economía mundial en una encuesta realizada entre los asistentes del WEF la semana pasada. Otras fuentes disparan los vuelos privados a la cifra de 2.000 dentro y fuera de los aeropuertos locales. Aunque la mayoría de las personas llegan a Davos en automóvil o en tren después de llegar a aeropuertos como Zurich, a dos o tres horas de distancia, algunos directores ejecutivos y líderes gubernamentales selectos con su séquito contratan helicópteros para ahorrar tiempo. La demanda de jets privados en la semana de Davos supera con creces a otros eventos que también ocupan un lugar destacado en el calendario de la aviación privada, como el Super Bowl o la final de la Liga de Campeones, según Andy Christie, director de jets privados de ACS.

Los organizadores del WEF insisten en que están haciendo que el foro anual sea ambientalmente sostenible, compensando las emisiones de carbono generadas por la aviación privada en la medida de lo posible a través de sus propias iniciativas en el terreno. Pero la seguridad de los altos asistentes es prioritaria. A esta hipocresía en lo relativo al desplazamiento se une la inacción de ciertas potencias contaminantes que han abandonado el Acuerdo de París.

Tiempo.com



Mientras los líderes mundiales se reúnen en Davos, en algún punto de África germina una nueva revuelta del pan. La última ha brotado en Sudán, donde desde diciembre han muerto decenas de personas en protestas por la carestía de la vida. La distancia entre Suiza y África parece estratosférica, y la relación entre millonarios y desharrapados absurda, pero no lo es: una revuelta del pan es siempre una revuelta contra las élites, esas que en Davos exhiben su poderío –y a duras penas esconden sus temores- lejos de tropeles coléricos y motines del hambre.

De Davos a Jartum discurre también una línea discontinua de intenciones. En 2018 el Foro Mundial constató que entre los riesgos para la economía global, los mayores son los desastres naturales, la adaptación al cambio climático y las crisis del agua, por delante del terrorismo o los ciberataques. Basta una mala cosecha, en países que subsidian la canasta básica en un intento de frenar el descontento de la población, para dispararse los precios y abrirse la espita de la rabia. Hoy es Sudán; en 1988, con resultado infausto, fue Argelia: dos años después hacía su aparición el islamismo, y luego el terrorismo islámico del GIA y la bárbara guerra sucia de los noventa.

Por eso el desierto de Sudán o los arrabales argelinos o cairotas no son tan ajenos al bienestar suizo, y a la autocomplacencia –cada vez más relativa- de los dueños del mundo cuando se dan cita para celebrar su poder. El Foro creó en 2016 un comité de Comercio y Desarrollo Sostenible, no por un arranque de altruismo sino por la pura elocuencia de las cifras. El cambio climático es una extraordinaria oportunidad de negocio: 300.000 millones de euros en renovables, en una tecnología que indefectiblemente –no hay marcha atrás si queremos evitar la implosión energética- sustituirá la contaminante extracción de hidrocarburos. Un informe de 2017 del comité asegura además que alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU representa una oportunidad de mercado de 12 billones de dólares en cuatro sectores capitales: alimentación y agricultura; ciudades, energía y materiales.
El país


lunes, 21 de enero de 2019

Clara Grima

Naukas Córdoba. Las que cuentan la ciencia. Clara Grima

martes, 8 de enero de 2019

videojuegos

En los últimos años las videoconsolas han salido de los dormitorios para presidir los salones. Sus usuarios se han hecho adultos, sus juegos se han ido enriqueciendo en lo visual y en lo narrativo hasta reivindicarse no solo como vehículo cultural, sino como un lenguaje propio con capacidad de crear discurso. Su popularidad les brinda un mayor alcance y su potencial inmersivo, un mayor impacto. Todos estos hechos han convertido a los videojuegos en herramientas capaces de articular y reforzar discursos políticos; en agentes del cambio.

...Estos dos casos ejemplifican el poder propagandístico de los videojuegos. En ambos, su uso como arma política está orientado no a la reflexión, sino a la acción: a alistarse en el ejército, a matar infieles. Olvidan que lo que ha diferenciado siempre los videojuegos de otras plataformas es su capacidad de elección, la libertad del jugador. Los videojuegos políticos más interesantes no tratan, pues, de convencer, sino de plantear dilemas; de poner al jugador en la piel, en los píxeles, de personas ajenas a él.

La exposición Game and Politics, organizada por el instituto Goethe y presentada en el Cuartel de Conde Duque de Madrid, ha querido centrarse en estos juegos más sutiles. El resultado no solo es innovador a nivel formal (una exposición en la que las obras no se admiran, se juegan), sino que transmite un fondo rompedor. La exposición analiza políticamente un elemento que hasta ahora muchos habían menospreciado por infantil. Visitándola se puede constatar que hay muchos títulos que contradicen esta creencia.

...La exposición también contiene juegos originales como un simulador de salida del armario o una crítica sobre las condiciones inhumanas en las que se fabrican los móviles. Otros títulos reflexionan sobre la relación entre la industria armamentística y la del videojuego. Incluso hay un cómic interactivo que narra el golpe de estado en el Irán de 1953 desde el punto de vista del gato del primer ministro.

Las temáticas son variadas, las mecánicas de juego, diferentes y la estética, muy diversa. Lo único que tienen en común estos juegos es su capacidad para analizar sucesos sociales y políticos desde perspectivas minoritarias, poner al jugador al mando de personas que suelen estar en los márgenes de la historia. Ni Lara Croft ni Nathan Drake; aquí los héroes son asistentas, funcionarios, gatos y esclavos del capitalismo.

La inclusión de estereotipos sociales y prejuicios en los videojuegos genera material suficiente para hacer política dentro de la consola. Lo que pasa es que nadie, ni la industria, ni los usuarios, ni la prensa especializada, se había preguntado por esta vertiente política hasta ahora. Nadie se preguntaba si era machista el que Mario tuviera que rescatar una y otra vez a la princesa Peach, o si era racista el que los negros siempre fueran pandilleros en GTA San Andreas. Pero lo era.

Hay casos especialmente llamativos sobre cómo la política se ha colado, de forma más o menos sutil, en los videojuegos. De entre todos ellos, Schwingeler destaca Los Sims (2000 en adelante), un simulador social en el que las metas, más allá de aquellas más lúbricas, se reducen a medrar en el trabajo, mejorar y ampliar la casa y comprar cosas que no necesitas. «Acumular objetos representa una parte considerable del gameplay, una regla no escrita en la que el capitalismo es parte del juego», analiza Schwingeler.



Yorokobu

martes, 1 de enero de 2019

BLU



El artista urbano italiano Blu representa una de las voces más lúcidas y brillantes en el panorama internacional de arte urbano. Su trabajo aborda constantemente temáticas políticas y sociales. Ha participado activamente en el arte callejero desde 1999. Nos encanta

CULTURA INQUIETA

2019

Año Nuevo;

el sol entibia
un cuenco con uvas.
Fotokori

Duerme en un árbol.
También es Año Nuevo
para el mendigo

Verónica aranda

Termina el año.
¿Qué sentirán —hay fiesta—
peces y pájaros?

Matsuo Basho

Qué bien le va
el primer día de Año
Nuevo a mi edad

Oshima Ryota