domingo, 29 de marzo de 2020

Un regalazo de concierto



Johann Sebastian Jazz es un “juego musical” mediante el cual ir descubriendo, como en el ajedrez, las infinitas posibilidades que ofrece la telaraña contrapuntística y armónica de Bach. Porque lo que hace tan genial y singular a la música de Bach es su sencillez y complejidad extremas. Los temas que utiliza son pocos y sencillos, pero su desarrollo, y las posibles combinaciones de todos ellos, permiten que surjan infinitas obras musicales. Dentro de este universo sonoro, el músico clásico y de jazz, en inspirado diálogo, pueden navegar, jugar, sugerir, crear y recrear, ofreciendo al auditorio una nueva forma de vivir y escuchar a Bach.





La función del lector /1

Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a pedacitos, noche tras noche, ocult ándola bajo la almohada. Ella la había robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba sus libros preferidos.

Mucho caminó Lucía después, mientras pasaban los años. En busca de fantasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquía, y en busca de gente caminó por las calles de las ciudades violentas.

Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en la infancia.

Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto lo ha crecido adentro que ahora es otro, ahora es suyo.

(E. Galeano)



sábado, 28 de marzo de 2020

Es el momento de la ciencia y la solidaridad

Es el momento de la ciencia y la solidaridad


Una semana después de que China notificara a la OMS los primeros casos de una neumonía severa de origen desconocido, se identificó el agente causante: el nuevo coronavirus SARSCoV2. Unos días después ya estaba disponible el genoma del virus. A día de hoy, son ya más de 970 los artículos científicos accesibles vía PubMed (ref.), en poco menos de tres meses.


Conocer la biología y el genoma del virus nos facilita diseñar estrategias terapéuticas (antivirales) y preventivas (vacunas). Sabemos que el genoma de SARSCoV2 tiene una similitud del 79% con el de SARS. Uno de los genes más importantes es el que codifica para la glicoproteína S de la superficie del virus, que controla la entrada en la célula. Se sabe que el receptor celular es la enzima ACE2 (enzima 2 que convierte la angiotensina, una proteína de la membrana celular que cataliza la conversión de angiotensia I en el nonapéptido angiotensina 1-9 o de angiotensia II en angiotensina 1-7). La llave de entrada del virus a la célula es la proteína S y la cerradura en la célula el receptor ACE2. La proteína S de SARSCoV2 tiene una similitud de un 76% con la de su pariente el SARS, y una mayor afinidad por el receptor ACE2. Esto podría explicar porque el nuevo coronavirus es más contagioso y transmisible que el SARS. La entrada del virus está además facilitada por una proteasa de la propia célula, que se denomina TMPRSS211. Hay otros genes importantes del SARSCoV2 que actúan cuando el virus ya está dentro de la célula. Son el de la ARN polimerasa (RdRp), una enzima que replica el genoma del virus y los de las proteasas C3CLpro y PLpro, que intervienen en el procesamiento de la proteínas virales. Estos genes tiene una similitud con los del SARS de un 95, 95 y 83%, respectivamente.



Figura 1. Estructura y genoma del SARSCoV2.


En estos tres meses escasos, ya hay varias propuestas terapéuticas y vacunas contra el nuevo coronavirus. Jamás la ciencia había avanzado tanto en tan poco tiempo para combatir una epidemia. Muchas de las propuestas vienen de grupos de investigación que llevaban años trabajando contra otros virus, especialmente contra SARS y MERS. Todo ese conocimiento acumulado ha permitido ahora ir a una velocidad nunca antes vista.
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jueves, 26 de marzo de 2020

Psychosocial stress

Psychosocial stress involves neurophysiological changes resulting from the anticipation or perception of challenges to well-being that are located within the social environment. Recent research to understand the sources and impacts of psychosocial stress reveals that epigenetic mechanisms are an important interface through which the body interprets and responds to stressful experiences. Psychosocial stressors with epigenetic impacts are encountered in a variety of different circumstances and over a wide range of timescales, ranging from the early-life adversity caused by deficiencies of parental care during infancy and childhood, to the long-term, chronic stress of socio-economic deprivation and the intense traumas of warfare, famine and genocide. The adaptive physiological response to an acute and temporary exposure to a stressor is known as allostasis, which mitigates the impacts of the stressor and restores physiological equilibrium once the exposure to stressor has subsided [1]. Effective allostasis can facilitate coping under stress and development of resilience [2]. However, under circumstances of chronic stress or trauma, the ability of allostatic processes to mount effective responses can become weakened, leading to allostatic overload, which is accompanied by loss of resilience and increased risks of behavioral and physiological dysfunction. Some of the social behaviors that can engender chronic stress are evolutionarily conserved in vertebrates, as are key components of the neural circuits that perceive, process and respond to social stressors. Experimental studies in model organisms, together with human epidemiological studies, indicate that in some situations, the behavioral consequences of psychosocial stress can be transmitted to offspring that are themselves not exposed to the psychosocial stressor [3], which raises important questions about the biological basis for such intergenerational transmission, and the potential roles of epigenetic mechanisms in these processes. Here, I take an integrative, interdisciplinary approach to reviewing what is known about the roles of epigenetic processes in mediating the biological impacts of signals originating in the social environment. Current understanding of these processes is informed by research from a wide range of disciplines, encompassing behavioral ecology, endocrinology and molecular biology of social animals, as well as studies of human behavior, psychology, epigenetics, epidemiology and public health.

The specific focus of this review is on the growing body of research into how behavioral stressors affect health across the life course and elicit long-term changes to the epigenome. The insights emerging from these studies are helping to explain how important aspects of the social become biological, and raise questions that have significant policy implications for improving public health and promoting social justice. For health inequalities that have socioeconomic causes, how might this new knowledge be harnessed to monitor and mitigate health risks? Moreover, if avoidable environmental exposures in one generation have the potential to influence the health, capabilities and life chances of the next, how should the freedoms and responsibilities of the present generation be balanced against the rights of future generations to live healthy lives? Improved understanding of the roles of epigenetic mechanisms in biological embedding of psychosocial stress will help to address these questions, and could enable the development of interventions to reduce or reverse the impacts of social stressors on health.

The epigenetic impacts of social stress: how does social adversity become biologically embedded?
Vincent T Cunliffe*

Diferentes estudios publicados confirman que el deporte, la alimentación, el yoga o la meditación reprograman el cerebro plástico que tenemos hacia uno más saludable e independiente de los factores estresantes

Esta es la versión con fármacos

martes, 24 de marzo de 2020

Gotta be patient


By reflecting on how personal behavior affects the well-being of society and the planet, we can direct and shift cultural evolution towards health, restoration, and balance





Un par de vídeos para rezagados!



lunes, 23 de marzo de 2020

#Tussenkunsteinquarantaine

Desde Ámsterdam se ha creado una iniciativa que está ganando cada vez más adeptos en las redes sociales. “Todo comenzó con una conversación con mi compañera de piso Floor de Weger. Ella acababa de pasar su primer día de confinamiento y se volvió loca pensando que tenía que estar en casa durante tanto tiempo sin más interacción social que hablar conmigo y con nuestra otra compañera, Tessa”, explica a La Vanguardia la creadora del desafío, Anneloes Officier, de 31 años. Y de ahí, a tener una cuenta de Instagram que supera 37.000 seguidores “procedentes de lugares de todo el mundo” y tiene más de 220 imágenes en apenas cinco días.

A Officier se le ocurrió la idea de crear uno de esos challenge que están tan de moda. En su caso, sin embargo, el objetivo no era hacer toques con un rollo de papel higiénico, abrir una botella con una patada giratoria o el absurdo y peligroso reto de comer cápsulas de detergente líquido. El #Tussenkunsteinquarantaine (Entre el arte y la cuarentena) se basa en unas reglas muy simples. “La idea es reproducir una famosa pintura utilizando apenas tres objetos que la gente tenga en su casa”, explica. A partir de aquí, se cuelga la fotografía en las redes y el resto de usuarios tiene que adivinar de qué obra se trata.
La vanguardia



jueves, 19 de marzo de 2020

TENTE y COVID

¿Quién se acuerda del TENTE? Probablemente muchas personas de mi generación (nacidos a principios de los 60, yo soy del 63) recordarán este juego de piezas de construcción que se fabricó en Barcelona desde 1972 hasta 1993. Luego se recuperó desde otra marca y finalmente al cabo de los años desapareció. Aunque salió después de LEGO, la alternativa nórdica, que sigue triunfando, lo cierto es que muchas familias españolas (y de algunos países más, en América por ejemplo) optaron por TENTE para sus hijos. Para muchos, entre los que me cuento, fue nuestro juguete preferido durante nuestra infancia, pues permitía desarrollar nuestra imaginación e inventar cualquier objeto que quisiéramos construir. En la primera generación de TENTE (luego, como LEGO, se reconvertiría a la moda del momento y salieron cajas con piezas muy singulares que prácticamente solo servían para ese objeto a construir, fuera un barco, un coche o un avión) las piezas eran genéricas, muy simples, ladrillos básicos de colores (como los de la foto que abre este artículo), de diferentes tamaños, que se podían combinar de infinitas maneras y podían dar lugar a cualquier forma u objeto. Solamente necesitábamos unir las piezas para generar el objeto deseado.

¿A qué viene hablar del TENTE en este blog de gen-ética? Pues lo traigo a colación de una idea que se me ocurrió estos días en casa de confinamiento obligatorio que todos estamos viviendo, debido a la epidemia de coronavirus que está azotando en España, y al resto de mundo. Se me ocurrió echar mano del TENTE para intentar explicar cómo se estaba diagnosticando la presencia del coronavirus SARS-CoV-2 (causante de COVID-19) mediante la técnica llamada de RT-PCR, que son las iniciales en inglés de Transcriptasa Inversa (o Reversa) y Reacción de la Polimerasa en Cadena. La detección del coronavirus es una prueba médica de diagnóstico que tiene en vilo a mucha gente estos días. Muchos están pendiente de ella, pero me atrevería a decir que muy pocos entienden cómo se lleva a cabo. Por eso me propuse aportar mi granito de arena con esta propuesta de divulgación vintage, usando un juguete que está en el imaginario colectivo y que esperaba fuera una buena herramienta de comunicación visual para transmitir la idea que quería explicar. (Naukas)

lunes, 16 de marzo de 2020

Francesca Morelli

A continuación os dejamos con el brillante y certero texto de Francesca Morelli, dirigido a sus vecinos italianos:

"Creo que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas. Los tiempos que estamos viviendo, llenos de paradojas, dan qué pensar...

En una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable. La calidad del aire que respiramos mejora, usamos mascarillas, pero no obstante seguimos respirando...

En un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías discriminatorias, con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el mundo, aparece un virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos convertirnos en los discriminados, aquéllos a los que no se les permite cruzar la frontera, aquéllos que transmiten enfermedades. Aún no teniendo ninguna culpa, aún siendo de raza blanca, occidentales y con todo tipo de lujos económicos a nuestro alcance.

En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día. A contar las horas de un tiempo al que le hemos perdido el valor, si acaso éste no se mide en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Acaso sabemos todavía cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?

En una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a menudo a otras figuras e instituciones, el coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y mamá junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia.

En una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el (no)espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos dado por descontado estos gestos y su significado?

En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsables y que ello a su vez se responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos.

Dejemos de buscar culpables o de preguntarnos porqué ha pasado esto, y empecemos a pensar en qué podemos aprender de todos ello. Todos tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Con el universo y sus leyes parece que la humanidad ya está bastante en deuda, y que esta epidemia nos lo está viniendo a explicar a caro precio."

Cultura inquieta

miércoles, 4 de marzo de 2020

Konrad Lorenz & Heinz Leymann

El término Acoso Laboral proviene de la traducción del anglosajón Mobbing 3, término que fue introducido por el etólogo Konrad Lorenz como resultado de sus observaciones de animales en libertad. Usó este término para hacer referencia a los ataques de un grupo de animales pequeños a un animal más grande con el propósito de aterrorizarlo, o para denominar el comportamiento agresivo de un grupo de animales con el objeto de echar a un intruso de su territorio. Posteriormente las ciencias sociales adoptaron este concepto para referirse a ciertas conductas de violencia en el ámbito laboral.

Fue el psicólogo Heinz Leymann quien utilizó el término para referirse a "una situación de terror psicológico en el trabajo que implica una comunicación hostil y amoral, dirigida de manera sistemática por una o varias personas". En España el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT), en su Nota Técnica Preventiva 476 4, se refiere al acoso psicológico o mobbing como "una situación en la que una persona o grupo de personas ejerce una violencia psicológica extrema de forma sistemática y recurrente (como media una vez por semana), durante un periodo prolongado de tiempo (al menos durante seis meses) sobre otra persona o grupo de personas en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona acabe abandonando el lugar de trabajo". Más recientemente, el Acuerdo Europeo sobre Acoso y Violencia en el trabajo (2007) 3, define acoso y violencia como "la expresión de comportamientos inaceptables adoptados por una o más personas, que pueden tomar muy diversas formas, unas más fácilmente identificables que otras". "Se da acoso cuando se maltrata a uno o más trabajadores o directivos varias veces y deliberadamente, se les amenaza o se les humilla en situaciones vinculada con el trabajo".

El acoso laboral tiene un origen multifactorial y depende de diversos factores de riesgo, tanto organizativos como individuales 5. Por ejemplo desde el punto de vista organizativo un medio laboral que provee a sus empleados un escaso control, una baja capacidad de decisión, un trato poco respetuoso o un estilo autoritario de dirección promueven las conductas violentas; a su vez los factores individuales en los cuales podemos incluir los cognitivos, psicopatológicos y de personalidad también influyen directa o indirectamente en el origen y mantenimiento de estas conductas.

Para entender el problema es importante conocer e identificar las Acciones de acoso , las cuales son el medio por el cual el acosador actúa; podemos agruparlas en: acciones que van dirigidas contra la reputación y dignidad de la víctima, acciones contra el ejercicio de su trabajo, acciones que manipulan la información y la comunicación, y acciones de injusticia laboral. También podemos identificar Conductas de acoso como son los ataques a las víctimas con medidas organizacionales, ataques a las relaciones sociales de la víctima que conllevan aislamiento social, ataques contra la vida privada, ataques a las actitudes de la víctima, agresiones verbales, y violencia física que incluye la sexual.
Víctor Adrián Harasemiuc1, Jesús Raúl Díaz Bernal2