Es el momento de la ciencia y la solidaridad
Una semana después de que China notificara a la OMS los primeros casos de una neumonía severa de origen desconocido, se identificó el agente causante: el nuevo coronavirus SARSCoV2. Unos días después ya estaba disponible el genoma del virus. A día de hoy, son ya más de 970 los artículos científicos accesibles vía PubMed (ref.), en poco menos de tres meses.
Conocer la biología y el genoma del virus nos facilita diseñar estrategias terapéuticas (antivirales) y preventivas (vacunas). Sabemos que el genoma de SARSCoV2 tiene una similitud del 79% con el de SARS. Uno de los genes más importantes es el que codifica para la glicoproteína S de la superficie del virus, que controla la entrada en la célula. Se sabe que el receptor celular es la enzima ACE2 (enzima 2 que convierte la angiotensina, una proteína de la membrana celular que cataliza la conversión de angiotensia I en el nonapéptido angiotensina 1-9 o de angiotensia II en angiotensina 1-7). La llave de entrada del virus a la célula es la proteína S y la cerradura en la célula el receptor ACE2. La proteína S de SARSCoV2 tiene una similitud de un 76% con la de su pariente el SARS, y una mayor afinidad por el receptor ACE2. Esto podría explicar porque el nuevo coronavirus es más contagioso y transmisible que el SARS. La entrada del virus está además facilitada por una proteasa de la propia célula, que se denomina TMPRSS211. Hay otros genes importantes del SARSCoV2 que actúan cuando el virus ya está dentro de la célula. Son el de la ARN polimerasa (RdRp), una enzima que replica el genoma del virus y los de las proteasas C3CLpro y PLpro, que intervienen en el procesamiento de la proteínas virales. Estos genes tiene una similitud con los del SARS de un 95, 95 y 83%, respectivamente.
Figura 1. Estructura y genoma del SARSCoV2.
En estos tres meses escasos, ya hay varias propuestas terapéuticas y vacunas contra el nuevo coronavirus. Jamás la ciencia había avanzado tanto en tan poco tiempo para combatir una epidemia. Muchas de las propuestas vienen de grupos de investigación que llevaban años trabajando contra otros virus, especialmente contra SARS y MERS. Todo ese conocimiento acumulado ha permitido ahora ir a una velocidad nunca antes vista.