FAO informe
Cada año, los alimentos que producimos pero luego no comemos consumen un volumen de agua equivalente al caudal anual del Volga y son responsables de añadir 3 300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera del planeta.
Además de estos impactos ambientales, las consecuencias económicas directas del desperdicio de alimentos (sin contar pescado y marisco) alcanzan la cantidad de 750 000 millones de dólares EEUU anuales, según los cálculos del informe de la FAO.
Algunas conclusiones del estudio
El desperdicio de cereales en Asia es un problema
importante, con un gran impacto en las emisiones de carbono y el uso del
agua y el suelo. El caso del arroz es particularmente notable, dadas
sus altas emisiones de metano junto con un elevado nivel de desperdicio.
Si bien el volumen de desperdicio de carne en el mundo es relativamente bajo, el sector cárnico genera un impacto considerable en el ambiente en términos de ocupación del suelo y la huella de carbono, especialmente en los países de ingresos elevados y Latinoamérica,
que en conjunto abarcan el 80 por ciento del total de despilfarro de
carne. Excluyendo Latinoamérica, las regiones de ingresos altos son
responsables de cerca del 67 por ciento de todo el desperdicio de carne
El desperdicio de fruta contribuye de manera significativa al despilfarro de agua en Asia, Europa y Latinoamérica, principalmente por sus niveles extremadamente altos.
Del mismo modo, los
grandes volúmenes de despilfarro de hortalizas en los países
industrializados de Asia, Europa y el sur y sudeste de Asia se traduce
en una gran huella de carbono para ese sector.
"Todos nosotros -agricultores y pescadores, procesadores de alimentos y supermercados, gobiernos locales y nacionales, consumidores particulares- debemos hacer cambios en todos los eslabones de la cadena alimentaria humana para evitar en primer lugar que ocurra el desperdicio de alimentos, y reutilizar o reciclar cuando no podamos impedirlo", aseguró el Director General de FAO, José Graziano da Silva.
"Simplemente -añadió- no podemos permitir que un tercio de todos los alimentos que producimos se pierda o desperdicie debido a prácticas inadecuadas, cuando 870 millones de personas pasan hambre todos los días”.
Acompañando a su nuevo estudio, la FAO también ha publicado un manual como “conjunto de herramientas” con recomendaciones sobre cómo puede reducirse la pérdida y el desperdicio de alimentos en cada una de las etapas de la cadena alimentaria.
Este manual describe una serie de proyectos en todo el mundo que muestran cómo los gobiernos nacionales y locales, campesinos, empresas y consumidores individuales pueden tomar medidas para abordar el problema.