Una ecoaldea es un asentamiento a escala humana diseñado conscientemente a través de procesos participativos para asegurar la sostenibilidad a largo plazo. Las cuatro dimensiones (económica, ecológica, social y cultural) se ven reforzadas mutuamente. La atención a cada persona es esencial para el desarrollo integral y saludable de la comunidad. El poder de las comunidades humanas para unirse y co-diseñar su propio camino hacia el futuro es visto como una fuerza motriz importante para el cambio positivo.
Hacia una cultura de la sostenibilidad
El problema viene cuando se trata de proponer soluciones. Algunas personas apuestan por la participación política en todos los niveles, municipal, estatal y global. Otras, como Gloria, Kevin o Víctor, prefieren participar en la creación de nuevos modelos y formas de vida donde experimentar a pequeña escala herramientas y tecnologías que, una vez probadas, puedan extenderse a la sociedad en su conjunto El movimiento de ecoaldeas y el movimiento de pueblos en transición son algunas de estas iniciativas con base local que cuentan a la vez con el apoyo de una amplia red global. Una red que, además de servir para compartir información y recursos, se organiza eficazmente para ejercer una influencia social y política en todos los niveles.
“El capitalismo —nos cuenta Toni Marín, editor de la revista EcoHabitar y residente en la ecoaldea Arterra (Navarra)— ha demostrado que es insostenible, un sistema depredador que destruye el planeta y a los seres que lo habitan, creando desequilibrios e injusticias sociales, políticas y ecológicas”. Cree que las ecoaldeas se encuentran dentro de un concepto de sociedad basado en la idea del procomún: “Plantean un modelo de vida simple pero pleno, equilibrado y justo, en el que es posible un desarrollo completo del ser humano”.
Y es que, aunque en los orígenes del movimiento de ecoaldeas había ingenuamente un claro deseo de crecer, de conseguir más personas y más ecoaldeas, 20 años después las pretensiones son otras. Ya no se pretende que todo el mundo viva en ecoaldeas, sino ayudar, desde una experiencia probada, a transformar los pueblos y ciudades existentes. Según Alfonso Flaquer, miembro de la ecoaldea Arterra, Navarra, “las ecoaldeas son ante todo laboratorios sociales en los que se crean dinámicas y proyectos innovadores que luego se pueden trasladar a las comunidades locales y biorregionales”. Este es también el objetivo principal de la Red Global de Ecoaldeas (ver recuadro) que colabora con entidades locales, regionales y europeas en proyectos conjuntos.
Como apunta Irene Goikolea de la ecoaldea Amalurra (País Vasco), la ecología “no consiste tanto en mejorar nuestra manera de hacer las cosas para ser más respetuosos con el medio ambiente, como en colocar la naturaleza, la vida y la conciencia en el centro de una compleja red de interrelaciones que incluye a todos los seres vivos y de la que la humanidad es sólo una parte”. La ecología vista de esta manera se convierte en ecología profunda e incluye un trabajo de sanación personal y del alma de un lugar. “La contaminación ambiental, afirma Irene, es el reflejo de una contaminación emocional humana. Se necesita un trabajo de transformación interior para transformar el exterior. La sostenibilidad externa que deseamos implementar debe tener sus raíces en cambios personales basados en el cuidado, la confianza y en relaciones transparentes".
José Luis Escorihuela