lunes, 12 de marzo de 2018

Shakuhachi





Un trozo de bambú. Cortado desde su raíz, secado durante años y utilizado de forma vertical; con 4 orificios al frente, 1 en la parte posterior y una embocadura cortada oblicuamente a la superficie del bambú, en el extremo superior.

Digitaciones simples que generan una escala pentatónica y técnicas especiales que involucran movimientos de la cabeza, coberturas parciales y cambios en la embocadura y el interior de la boca, y que producen una cantidad de sonidos intermedios que incluyen intervalos que en occidente se denominarían microtonales.

Su nombre completo sería ishaku hasun (1 shaku 8 sun) y deriva de una antigua unidad de medición, el shaku (1 shaku 30.3 cm y 1 sun una décima parte), el nombre entonces indicaría una longitud que corresponde a 54.5 centímetros pero que aplica como tal a los instrumentos con diferentes longitudes, que pueden variar entre 1.4 y 3.7 (39 a 90 centímetros aproximadamente).

En la ejecución de esta forma musical, quizás debido al valor que el sonido poseía en la práctica que la originó, podemos observar de forma especialmente clara el modelo de ideal sonoro japonés; un ideal de sonido “nopuro”, que en este caso se expresa en la natural presencia del aire en el sonido producido con la flauta. Es también este un espacio sonoro interesante para observar el valor del timbre, lo que se explicita en la existencia de varios sonidos con igual altura pero nombres diferentes. Si entendemos que el hecho de otorgar nombres diferentes a dos elementos es un signo claro de que “emicamente” estos elementos son considerados como cosas diferentes, entonces estamos frente a una información valiosa a la que podremos acceder si identificamos que es lo que diferencia a estos dos sonidos. Desde el punto de vista emic queda claro también que no estamos hablando de lo que en algunos instrumentos musicales es conocido como “digitaciones alternativas”, es decir alternativas de valor equivalente ofrecidas al intérprete para que este escoja en función de facilitar el movimiento de las manos o dedos para lograr mejores articulaciones de los sonidos. Nos enfrentamos entonces a dos o más sonidos con igual altura pero diferente nombre y, debido a esto último, la sospecha de la existencia de alguna diferencia fundamental entre ellos. El timbre es aquello que los hace significativamente diferentes y es común que los intérpretes de shakuhachi se refieran a esto como una diferencia en “el espíritu” de los sonidos.

Horacio Curti