La obsolecencia programada es una práctica en la que perdemos todos, o casi. Tras ese casi, la industria, la única que gana. En el todos, desde el consumidor de a pie, hasta los habitantes de países ricos en recursos como el cobalto, necesario para las baterías de la mayoría de los móviles, pasando por las pymes, el medio ambiente, etc. Para el grueso de perjudicados, son muchas las iniciativas y campañas de concienciación medioambiental que están surgiendo para detener este modelo o, al menos, ayudar a bajarse de este carro. Entre ellas figura Alargascencia, un directorio con más de 1.400 establecimientos en los que el “reducir, reutilizar y reciclar” es la máxima.Esos son los mimbres con los que esta propuesta impulsada por Amigos de la Tierra trata de combatir el ‘comprar, usar y tirar’ que promueve el modelo actual. Al trío de verbos y efectos habría que añadir algunos más. (Mal)gastar, explotar, generar residuos de forma excesiva, contaminar. Son solo algunos, pero la lista es larga.Para estrecharla, surgen campañas de concienciación medioambiental como esta, que quiere aprovechar el escaparate que proporciona internet para luchar por una buena causa, como bien describe la guía digital de 1and1, que tratan de ponerlo lo más fácil posible para que cualquiera pueda sumar su grano de arena al cambio.El Parlamento Europeo lo hizo no hace mucho, con un tirón de orejas en forma de reclamación de medidas frente a la obsolescencia programada. Sin embargo, eso no es suficiente.La Eurocámara aseguraba que casi 8 de cada 10 europeos prefiere reparar sus productos que desecharlos y comprarlos nuevos. Así, entre esa amplia mayoría de la ciudadanía, la capacidad de acción es extensa. Además de eso, es también cada vez más accesible, con iniciativas como Alargascencia. Su mérito es, sin duda, simplificar al máximo la localización de comercios locales, cooperativas o prestadores de servicios para la reparación, el alquiler, la compraventa de segunda mano e incluso el trueque.
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