En este año 2018, se espera que el Congreso de los Diputados apruebe la Ley de Cambio Climático, que tendrá también impacto en la configuración del medio agrario. Éste, a su vez, tiene pendiente la reforma de la conocida PAC Horizonte 2010, un proceso arrancó no hace mucho y que, por el momento, no parece ofrecer soluciones a la situación de la lechuza. Además, también en 2018, se abre el proceso de revisión de la Directiva Marco del Agua, un instrumento comunitario crucial que tiene gran impacto en la configuración de nuestros campos. La elección de la lechuza como Ave del Año debe reforzar el trabajo de incidencia que está realizando SEO/BirdLife en los tres procesos legislativos para mejorar el hábitat y las condiciones de la lechuza, a fin de reducir sus amenazas directas y mejorar el conocimiento sobre la especie. Esta asociación sigue pidiendo la colaboración ciudadana para identificar zonas de cría y nidificación, siempre sin molestar a las aves, y el programa Noctua sigue siendo una buena forma de hacerlo. De esta manera, se intentará completar el Atlas de las Aves en época reproductora.
Vuelo con silenciador
El vuelo de las lechuzas es elegante, silencioso y ágil, gracias al escaso peso que tienen y a la colocación y forma de sus plumas. Sus alas son largas y relativamente ancha, lo que les permite incluso cernirse hábilmente sobre un punto, mientras otean el terreno en busca de presas. Estas rapaces nocturnas localizan sus presas mediante métodos acústicos, por lo que no pueden distraerse con el sonido de su propio aleteo. Pero la verdadera clave del sigilo de la lechuza es la lentitud de su vuelo, sin apenas aleteo, lo que junto con la pronunciada curva de sus alas supone una gran ventaja. En la cara superior de las alas se crea una baja presión que las aspira hacia arriba. Su plumaje es denso y suave, lo que también amortigua el sonido, y los flecos situados en los bordes de sus plumas también podrían servirles para reducir las turbulencias y por lo tanto el ruido. Esto los convierte en unos cazadores invisibles en las oscuras noches, capaces de caer sobre su presa que no será consciente de lo que ocurre hasta que no nota el afilado frío de las garras y el pico de la lechuza. Esta forma de vuelo es tan alucinante, que ingenieros alemanes estudian sus mecanismos con el objetivo de diseñar perfiles aerodinámicos que reduzcan el impacto acústico y que sean aplicables a la aviación.