Desde la aparición del cine, por la propia condición de este, miles de imágenes icónicas han permanecido en nuestra memoria creando lo que Edgar Morin llamaría Imaginario Colectivo.
Esta memoria visual también está repleta de imágenes violentas, ya que la violencia forma parte de la cotidianidad, lo que es reflejado por el cine.
De este modo, el discurso fílmico desarrolla un papel central en el proceso de visibilización y articulación de un discurso sobre la violencia de género debido al rol crucial del cine en la producción de significados, valores, e ideología. Y es que está ampliamente demostrado que el relato audiovisual, ficción o no ficción, educan, crean referentes y patrones de conducta.
>> Irreversible (2002) del cineasta argentino Gaspar Noe y considerada película de culto, muestra, en orden cronológico inverso, la búsqueda de dos hombres para vengar una brutal violación.
>> La teta asustada (2008) de Claudia Llosa narra una violencia silenciosa, distinta pero no menos potente.
>> Holiday (2018) de la cineasta danesa Isabella Eklöf serpentea entre la violencia explícita y la delicadeza estética.
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