miércoles, 31 de enero de 2018

¿Hablamos de cambio climático?

Entrevista a Andreu Escrivá 

Yo durante estos meses me estoy dando cuenta de que no soy optimista. Soy realista e incluso pesimista en algunos momentos, pero me he dado cuenta de que lo que sí tengo es una cierta esperanza de que hay determinadas cosas que se pueden hacer más o menos bien. Cuando te pones a leer cosas de cambio climático pillas una depresión tremenda, pero también hay que ver que sí que hay estrategias que se pueden hacer, sin caer en la falsa sensación de seguridad del “ya inventarán algo que nos permita seguir igual sin cambiar nuestro modo de vida”.


Usted menciona a menudo que hay que hablar más de cambio climático. ¿Se habla lo suficiente?

Yo creo que se está empezando. En el ascensor, por ejemplo, me encontré hace poco con un vecino con el que no había hablado nunca, y empezamos a hablar del cambio climático porque me había visto en una entrevista en el periódico. Después cogí el autobús y había dos mujeres hablando de la sequía. A Bill McKibben lo cito en el libro porque me parece un tipo muy honesto. Cuando publicó The End of Nature en el 89, que era el primer libro de divulgación serio sobre cambio climático, él esperaba que hubiera una repercusión brutal. Que la gente, simplemente con ver ese problemón, iba a reaccionar. Tuvo que admitir que se había equivocado. Evidentemente tuvo repercusión, pero ni de lejos la que se esperaba.

Hacen falta más que simplemente datos para que la gente reaccione. Tenemos que hablar con narrativas, entroncando con las emociones. Por ejemplo, yo cuando voy a un pueblo de montaña no hablo de lo mismo que cuando voy a un pueblo litoral, ni hablo de lo mismo cuando voy a un pueblo rodeado de huertas. No hay que hablar de cambio climático en abstracto, o como simples gráficas, o de osos polares, o concentraciones y partes por millón, sino de paisajes y de recuerdos.

Por ejemplo, a mí, aunque sea valenciano, no me gusta nada la playa. Y se ve que a mis padres tampoco les gustaba mucho porque, que yo recuerde, solo tengo una foto de niño en la playa, en la zona de Almenara. Hace poco fui y vi que esa playa ya no existía. Lo que hay allí es roca de escollera, bastante, y un trocito como de las mismas piedras. La gente no se puede bañar ahí por la erosión marina. Yo tengo un recuerdo que ya no puedo revisitar y al final el cambio climático va de eso. De eso es de lo que hay que hablar.

La gente dice que los políticos no hacen nada, pero es que no van a hacerlo si no hay una preocupación social, y la preocupación solo va a llegar si hay un debate. Algo así me dijo el otro día un concejal de un pueblo pequeñito. Para hacer un pipican tenía detrás a 40 personas recogiendo firmas, y para hacer algo de medio ambiente no tenía a nadie. No tenía apoyo popular. 

Al final, para no sentirse cautivo de esta angustia climática, lo que tienes que hacer es coger una parcelita de acción, no intentar hacerlo todo. Yo intento hacer más, pero mi parcela es conseguir que la gente hable de cambio climático y de momento la verdad es que estoy bastante contento con la respuesta que estoy obteniendo.
La Marea