La arquitecta madrileña Carolina González Vives está emprendiendo una campaña contra la ciudad desalmada y deshumanizada, áspera y seca, “deshidratada”, como ella ve en casi todos sus ángulos a Madrid. Está empeñada en la arquitectura hidráulica, en hidratar nuestras recias urbes castellanas, en salpicar nuestras tramas urbanas con oasis urbanos, que aporten sombra, cobijo, naturaleza y asombro, como nosotros, como ‘El Asombrario’. Hoy es nuestra invitada especial en nuestra semanal ‘Ventana Verde’.
Oasis urbanos. Arquitectura hidráulica. Ésos son los términos que esta
arquitecta de elegante porte y amplia sonrisa lleva metidos en su
carpeta, en su portátil y en su cabeza. Seguía en su artículo: “Un buen
edificio futuro abre y cierra sus esclusas según cambia la temperatura
interior, para favorecer corrientes de aire o mejorar el aislamiento, o
se protege automáticamente con un nuevo filtro exterior para adecuarse a
intensidades de radiación solar y de luz variables. Cuenta con
materiales vivos que mejoran la calidad del agua o del aire, intercambia
calor con el terreno o lo acumula en su perímetro en ciclos diarios.
Controla sus climas internos, los modela, basándose en sus sensores de
información, en el diseño de formas eficientes y de materiales
inteligentes”