Tras el premiado 'Mañana', el escritor y realizador francés presenta un libro con iniciativas para reducir los efectos del cambio climático. "Tenemos que dejar de mostrar la catástrofe y de asustar con el cambio climático porque es una estrategia que no funciona". "No hay que plantearse si es algo utópico o no, sino preguntarnos qué vamos a hacer para sobrevivir al cambio climático".
Laureado con el premio César a mejor documental en el año 2016, Mañana ha tenido una “acogida impresionante” en toda Europa superando el millón de espectadores en Francia y llenando las salas de Bélgica, Suiza, Austria, Alemania e Italia, hasta EE UU. Este éxito ha llevado a Cyril Dion a lanzar todo lo que se quedó fuera de la película en un libro para adultos (Mañana. Una revolución en marcha) y en un libro para los más pequeños, escrito junto a la actriz Melanie Laurent (Malditos bastardos), una de las narradoras del documental Mañana. Un libro que una sociedad de productores francesa le ha pedido que convierta en “una serie de animación para televisión”.
¿Por qué un actor, poeta y realizador decide lanzar Colibris, un movimiento para llevar la ecología al centro del debate político? No pensé mucho en ello. Quise ser actor para hacer algo artístico, pero no le encontraba mucho sentido a mi profesión, tenía ganas de explorar nuevas vías. Por casualidad empecé a reunirme con gente, a organizar charlas y a crear el movimiento ecologista en torno a las ideas del filósofo Pierre Rabhi. Además de hacer algo que tenía sentido para mí y que me gustaba, era la primera vez que sentía que estaba haciendo algo útil.
¿Por qué decide contar con la participación de la actriz Melanie Laurent para su documental Mañana? Melanie y yo nos conocemos desde el año 2011. Cuando empecé a montar la película vi su primera película como realizadora, Les Adoptés (Los adoptados), y pensé que sería una buena idea trabajar juntos. Ella podría aportar mucha poesía y mucha estética. Como sabía que Melanie estaba muy involucrada en cuestiones ecológicas, trabajando con Greenpeace o con Bloom (una asociación que lucha contra la sobrepesca), me pareció que era la persona apropiada. En su documental huye de la visión catastrofista de, por ejemplo, la superpoblación, la desaparición masiva de ciertas especies o la deforestación, para mostrar un punto de vista más optimista, ¿por qué toma esa decisión? Porque hay que cambiar de estrategia. Tenemos que dejar de mostrar la catástrofe y de asustar con el cambio climático porque es una estrategia que no funciona. Hay que buscar nuevos mecanismos para despertar el entusiasmo y la creatividad de la gente para hacer frente a esta lucha. Para ello, me pareció que había dos cosas que podían funcionar. La primera era mostrar soluciones, dar voz a las personas que han tomado la iniciativa para cambiar las cosas y con las que el espectador se puede sentir identificado. La segunda era contar una historia, porque las historias son el arma más poderosa de los seres humanos. Las historias son capaces de enseñarnos y de desencadenar un movimiento.
El mundo que muestra en el documental y en el libro, ¿no es un tanto utópico? Nada de eso. Todo lo que se puede ver existe. No hemos imaginado cómo podría ser, hemos enseñado cómo es y hemos tratado de ver cómo sería el planeta si todo el mundo se sumase a estas iniciativas. Hoy en día, no hay que plantearse si es algo utópico o no, sino preguntarnos qué vamos a hacer para sobrevivir al cambio climático y a todo lo que está ocurriendo. En realidad no tenemos elección.