Un indígena Maya hace surcos en un árbol de caucho. EFE/Elizabeth RuízA su vez, el biólogo Gerardo Ceballos, del
Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo a EFEverde que debido a los altos índices de contaminación gran parte de los árboles del Valle de México mueren muy jóvenes o, una vez alcanzada la madurez, su vida se acorta a apenas 20 años cuando podrían vivir hasta 80.
Ceballos expuso que se pueden realizar diversas acciones para cambiar esta realidad, como alejar al arbolado más predispuesto a morir de las vías más transitadas.
Otra opción es plantar árboles más resistentes a la contaminación, medida que el biólogo consideró poco aplicada debido a la falta de recursos oficiales.
Según el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (
Conacyt), un árbol adulto absorbe al año unos 3.000 litros de agua y capta unos 28 kilogramos de dióxido de carbono (CO2).
De acuerdo con datos de la UNAM, se requieren 25 árboles para compensar las emisiones de un automóvil.
Con respecto al agua, un árbol adulto logra infiltrar al subsuelo 1.217 galones de agua pluvial (más de 4.600 litros) capacidades que van disminuyendo conforme los arboles sobrepasan los 70 años de edad.
Los indígenas
Por su parte, el tesorero de la Red Indígena de Turismo de México (
RITA), José Antonio Medina, dijo a EFEverde que la responsabilidad de conservar los bosques es de todos, desde los empresarios y académicos hasta los gobiernos.
“Los árboles en nuestros bosques están en una edad madura y en proceso de ser viejos“, expresó, agregando que, por ello, se requiere aplicar procesos de reforestación con un correcto manejo que permita tener nuevas generaciones de individuos que sustituyan a los veteranos.
En este sentido, sugirió que, para tener un mejor manejo de las Áreas Naturales Protegidas (
ANP), y que las comunidades indígenas con amplio conocimiento de los bosques lideren los esfuerzos. Y es que, según indicó, de las 182 ANP que tiene el país, ninguna está dirigida por indígenas, que son “relegados” a la mano de obra.
Otro fenómeno que acecha a los árboles es el reportado por el estudio “El cambio climático sugiere cambios geográficos en el rango de especies”, realizado por investigadores de la
Universidad Wake Forest de Estados Unidos.
La investigación afirmó que el cambio climático provoca la movilidad no solo de la fauna, sino también de la flora, en este caso las diversas especies de arbolado.
En un periodo de cuatro años, los árboles han estado migrando hacia las montañas a una tasa promedio de 2,4 metros por año, señaló el trabajo, publicado en la revista científica Nature en 2010, teniendo una continuación en 2014.
Las semillas van arraigándose en suelos que están a alturas mayores a las acostumbradas, debido a que las nuevas condiciones climáticas y de la tierra les impiden seguir presentes en los sitios donde anteriormente se ubicaban de forma permanente.
Otro caso singular para los árboles sucede en el estado mexicano de Michoacán, en el municipio de Salvador Escalante, donde se presenta un fenómeno sin precedente que tiene desconcertados a los comuneros: los arboles de oyamel de la zona están estériles; es decir, no producen semillas para reproducirse.
EFE verde