miércoles, 9 de mayo de 2018

Las rocas y el CO2

IBRA, Omán — En la árida inmensidad de este rincón de la península arábiga, donde merodean las cabras y uno que otro camello, las rocas forman parte del paisaje prácticamente a dondequiera que voltees.

Sin embargo, los afloramientos inhóspitos y las crestas escarpadas son más que solo un escenario. Algunas de estas rocas están trabajando arduamente, reaccionando naturalmente al dióxido de carbono de la atmósfera para convertirlo en piedra.

Las venas de minerales calcáreos corren a través de los bloques de roca oscura como la grasa de un filete de carne. El carbonato rodea los guijarros y cantos rodados, con lo que convierte la grava ordinaria en mosaicos naturales.

Incluso el agua de manantial estancada que ha surgido de entre las rocas reacciona con el dióxido de carbono para producir una corteza parecida al hielo que, si se rompe, vuelve a formarse en cuestión de días.

Los científicos dicen que si este proceso natural, llamado mineralización de carbono, pudiera controlarse, acelerarse y aplicarse de modo económico y a gran escala —suposiciones muy grandes, lo admiten—, ayudaría a combatir el cambio climático. Las rocas podrían eliminar parte de los miles de millones de toneladas de dióxido de carbono que atrapan el calor y que los humanos han estado expulsando a la atmósfera desde el comienzo de la era industrial.

Al convertir el dióxido de carbono en piedra, las rocas en Omán —y en otros lugares de todo el mundo que tienen formaciones geológicas similares— asegurarían que el gas se eliminara de la atmósfera para siempre.

NYTimes