viernes, 29 de diciembre de 2017

Fake news


El diccionario de Oxford elegía el pasado noviembre el término “fake news” como la palabra el año 2017. Un aumento del 365% en su uso, según los responsables del diccionario, justificaba su elección tomando el relevo de “posverdad”, la ganadora de 2016. Su equivalente en español, “noticias falsas”, es también candidata al galardón que otorga FUNDEU.

¿Por qué de repente ese interés por un fenómeno que ha existido siempre? ¿Qué hay de nuevo cuando este año ni siquiera se han sacado de la manga una palabra nueva como “posverdad” para definir a la mentira? Cierto es que el número de emisores de información ha crecido con las posibilidades que, por ahora, ha abierto internet y evidentemente eso ha repercutido en que crezca el número de falsedades publicadas.

Pero también lo es que al mismo ritmo lo han hecho la visibilización de otras realidades y enfoques que quedaban fuera del panorama mediático y han venido a enriquecer, influenciar y tratar de hacerse un hueco en la agenda de temas a tratar. Además ha supuesto que lo publicado, ya sea en medios tradicionales o en redes, pueda ser refutado con gran rapidez, cosa impensable hace años. ¿Por qué quedarnos entonces con las malas noticias?

La razón más plausible parece que tiene que ver con lo difícil que ha sido siempre soltar un privilegio. De otra manera es muy difícil explicar una postura tan beligerante frente a lo que desde un punto de vista democrático es evidentemente un avance. Solo quién ostentaba el monopolio de la verdad y la mentira puede sentirse tan agraviado.

Paradójicamente son ellos, los más beligerantes contra las fake news, de quien parten los dos bulos que han sido los más influyentes del año en nuestro país a la vista de sus repercusiones. Ambos tienen en común la temática de las noticias falsas y el telón de fondo de la cuestión catalana.

La mejor muestra de su influencia es la propuesta realizada por el Partido Popular para que el Congreso debata sobre las medidas a tomar para garantizar la veracidad de las informaciones que circulan por Internet. Teniendo en cuenta los mecanismos que se están planteando, la noticia falsa más peligrosa para la democracia ha sido la supuesta incidencia de las noticias falsas.

El salto