La solución puede estar en el
jardín de tu casa
Los productos naturales sintetizados por las bacterias
ambientales han servido muchas veces de inspiración para desarrollar nuevos agentes terapéuticos, como
antibióticos, antifúngicos y antitumorales. El descubrimiento de un nuevo
agente bioactivo suele comenzar con el cultivo en el laboratorio de bacterias
de ambientes naturales ricos en biodiversidad. Una vez obtenido el cultivo puro
de la bacteria, se analizan las propiedades del nuevo compuesto. Para esto,
muchas veces los investigadores han buscando bacterias en ecosistemas remotos o
extremos, en los fondos marinos, en los suelos de selvas tropicales, en el
interior de animales exóticos, o en cuevas subterráneas, lugares donde se
pensaba que podría haber mayor diversidad microbiana. Sin embargo, en algunos
casos los resultados obtenidos han sido los mismos que empleando bacterias aisladas
de ecosistemas más cercanos y menos complejos. Por ejemplo, las macrolactinas
son un tipo de sustancias antivirales aisladas originalmente de microorganismos
de los fondos marinos, pero que más tarde se encontraron en una especie común
del género Bacillus que se encuentra
en cualquier suelo cerca de casa.
Por esto, un grupo de científicos neoyorquinos (1) se
preguntaron si los suelos de los parques
de la ciudad de Nueva York podrían ser una buena fuente de nuevos y
diversos productos naturales bacterianos con actividad biológica importante.
Para ello, tomaron 275 muestras de suelos de diferentes parques de la ciudad,
extrajeron el DNA total y, por técnicas de secuenciación masiva, buscaron genes bacterianos relacionados con la
biosíntesis de estas pequeñas moléculas de interés biomédico (antibióticos,
antifúngicos y sustancias antitumorales). Además, para comparar resultados,
emplearon también 96 muestras de suelos no urbanos. No emplearon las técnicas
clásicas del cultivo bacteriano porque, como ya hemos dicho otras veces,
en la naturaleza existen muchos microorganismos no cultivables y que solo
podemos detectar, de momento, por técnicas moleculares.
La cura natural de muchas
enfermedades puede estar escondida en las bacterias del suelo de Nueva York, o
de cualquier otra ciudad