En la imagen anterior [1] se han trazado 2160 líneas verticales correspondientes a los meses comprendidos entre 1836 y 2015. Cada línea o stripe no tiene un único color porque la anomalía de temperatura no es la misma en todos los niveles. Por ejemplo, puede ser que un mes concreto experimente una fuerte anomalía positiva en la estratosfera (tonos rojizos), más leve en la troposfera media (tonos amarillos) y una anomalía fría en superficie (tonos azules). Si las anomalías son muy marcadas y cambian rápidamente de un mes a otro se observarán multitud de líneas y colores. En ese caso la variabilidad es alta. Si las anomalías no cambian de un mes a otro se observarán áreas del mismo color. En ese caso la variabilidad es baja. La variabilidad del planeta en su conjunto es menor que la de sus diferentes partes, de ahí que la escala de colores sea diferente en las siguientes imágenes (±4.5 ⁰C frente a ±2.5 ⁰C).
Si se me permite un comentario personal acerca de estas figuras mostradas, hay algo que me preocupa mucho más que el calentamiento troposférico y el enfriamiento estratosférico: lo grave es que este hecho se está observando prácticamente en todas las regiones del planeta y de forma simultánea. Esta sincronía espacial y temporal no tiene precedentes en los últimos dos mil años como mínimo [5]. (Me atrevería a extender ese límite hasta los últimos diez mil años pero no puedo asegurarlo porque desconozco si existen estudios que confirmen o desmientan mi afirmación). El Óptimo Climático Medieval, por ejemplo, acaeció en unas áreas concretas del planeta y no todas se calentaron a la vez (unas lo hicieron décadas o siglos más tarde que otras). Lo mismo sucedió con el Periodo Cálido Romano, el Periodo Frío de la Baja Edad Media o la Pequeña Edad de Hielo. Sin embargo, el calentamiento troposférico observado desde el siglo XX afecta al 90% del planeta, es simultáneo y muy rápido en términos climáticos, lo cual escapa a la propia variabilidad natural. Además, si en primera aproximación se estudia el sistema climático como un todo (englobando todas las regiones y subsistemas) de esa enorme simplicidad emerge una consecuencia muy interesante: el sistema climático ha absorbido energía neta en las últimas décadas y esa energía no encaja si no se tienen en cuenta los gases de efecto invernadero emitidos por la humanidad [6].