...Si volvemos al hipocampo y abrimos de nuevo el techo del observatorio veremos frecuentes fogonazos o reactivaciones de las mismas poblaciones de neuronas que estuvieron activas en el momento de la experiencia —es decir, cuando estábamos viendo Star Wars—. Esta reactivación sucede cuando recordamos o reexperimentamos el episodio, pero también espontáneamente cuando dormimos o estamos despiertos sin hacer nada en concreto. El cerebro utiliza este mecanismo de reactivación para rebobinar varias veces la información y fortalecerla. La RAE define la palabra rebobinar como «hacer que un hilo o cinta se desenrolle de un carrete para enrollarse en otro», y precisamente eso es lo que ocurre: la reactivación permite que ese recuerdo inicialmente inestable se fortalezca y se independice del hipocampo para depender de otras regiones (ver Imagen 3B). Cuando el recuerdo se consolida no necesita del índice o mapa que estaba codificado en las neuronas del hipocampo y que lo mantenía unido cuando aún era un recuerdo reciente. Gracias a este mecanismo el paciente HM conservó los recuerdos remotos, porque que ya no dependían del hipocampo para orquestar la reconstrucción del recuerdo. Lamentablemente, aquellos recuerdos que aún no habían sido estabilizados perdieron el mapa para ser reconstruidos.
La consolidación se produce progresivamente, así que en el peor de los casos nos encontraremos buscando un recuerdo que ya se haya independizado del hipocampo. Sobre cómo se hace esta mudanza a otras regiones aún sabemos poco, pero uno de los mecanismos de consolidación mejor estudiados es el que sucede durante el sueño...
...La corteza prefrontal es una región altamente conectada a otras regiones sensoriales, motoras o emocionales y por lo tanto es una buena candidata para asumir parte del papel del hipocampo como integrador de diferentes aspectos del recuerdo. Llegados a este punto, podríamos pensar que borrar un recuerdo puede ser difícil dado que está distribuido por varias regiones cerebrales, pero eliminar su acceso parece relativamente sencillo: si es un recuerdo reciente, bastaría con eliminar las neuronas del hipocampo que albergan el mapa de reconstrucción, y si es un recuerdo remoto, podríamos aplicar la misma estrategia sobre las neuronas de la corteza prefrontal. De hecho, hasta ahora parece que el hipocampo mantiene los recuerdos en cuarentena hasta que progresivamente se van estabilizando y migrando a la corteza prefrontal. Sin embargo, un estudio llevado a cabo con roedores ha desafiado esta visión usando técnicas optogenéticas que permiten activar o desactivar de forma controlada determinadas neuronas. Este estudio revela que cuando tenemos una experiencia se crean dos copias del recuerdo simultáneamente: una en el hipocampo para su uso inmediato y otra en la corteza prefrontal a modo de copia de seguridad que, si se estabiliza, puede ser utilizada mucho más tarde. Durante los primeros días los roedores parecían utilizar la copia del hipocampo, pero conforme pasaba el tiempo estas neuronas se iban silenciando para ser relevadas por las neuronas de la corteza prefrontal. Al igual que pasaba con la acumulación de beta-amiloide y la reducción del sueño de ondas lentas en seres humanos, si a estos roedores les interrumpían la comunicación entre el hipocampo y la corteza prefrontal durante la consolidación, esa copia de seguridad no maduraba los suficiente para ser funcional.
María del Carmen Martín Muro
Jotdown