martes, 27 de agosto de 2019

Tequila y murciélagos


Los animales están presentes en todos los aspectos de nuestras vidas, incluso en los más insospechados. Imagínese por un instante que tiene la fortuna de hallarse en una playa del Caribe disfrutando de una refrescante margarita. Pues bien, el rico combinado a base de zumo de limón y tequila no estaría a nuestro alcance sin el concurso de un mamífero poco popular, pero con una gran relevancia ecológica tal y como veremos.

El tequila es un destilado alcohólico que se obtiene tras la fermentación del jugo extraído del ágave azul (Agave tequilana), una planta autóctona de Centroamérica. A diferencia del otro famoso aguardiente de la región, el mezcal, que puede obtenerse de varias especies de ágave o magüey, el tequila sólo puede producirse a partir de la variedad de ágave azul. Pues bien, resulta que el agente polinizador de esta planta no es al viento ni insecto alguno sino que los responsables son varias especies de murciélagos del géneroLeptonycteris.

Planta y mamífero han desarrollado una relación simbiótica a lo largo de millones de años de modo que la supervivencia de cualquiera de ambos resulta muy difícil, por no decir imposible, sin el otro. Por una parte, la planta del ágave llega a alcanzar los tres metros de altura, sus flores sólo se abren de noche y huelen a fruta podrida. Ahí entra en juego los mamíferos voladores nocturnos que, al libar el néctar de las flores embadurnan tanto su lengua como su cuerpo completamente en el polen. Al pasar a otras flores lo transportarán con ellos cerrando así el ciclo polinizador y reproductivo de estos vegetales.

Juan Pascual