sábado, 1 de junio de 2019


Me ha impresionado mucho la forma en que cientos, miles de personas han estado durante divirtiéndose y torturando a la trabajadora de Iveco en España hasta matarla. Me pregunto cómo se sentirán hoy todos y cada uno de los hombres que participaron en el asesinato. Me pregunto cuántas mujeres habrán compartido el vídeo y habrán participado en el acoso, y cómo se sentirán hoy.

Me pregunto cómo es posible que se divirtieran tanto en su momento y ahora nadie admita haber participado en el acoso: a todos les da vergüenza admitir que vieron el video y lo compartieron. Hablamos de una empresa de 3 mil trabajadores en la que ni los compañeros ni los dirigentes movieron un dedo para proteger a una mujer que estaba sufriendo horrores por culpa de un hombre machista y violento.

Me pregunto cómo es posible que a nadie se le ocurriese ir a denunciarle, ya que todo el mundo sabía quién era él. Incluso los que no compartieron el vídeo pero sabían de su existencia: son todos, todas, cómplices de la muerte de Verónica.

Probablemente pocos sabían que lo que estaban haciendo era delito, pero la pregunta es: ¿por qué nadie se indignó, nadie se compadeció, nadie hizo nada?, ¿por qué tanta gente encuentra divertido hacer sufrir a una persona? Tenemos que hablar mucho del machismo, de la banalidad del mal, y de la crueldad de nuestra cultura.

No sólo en los colegios, también en las fábricas, en las instituciones, en los sindicatos, en las universidades, y en las redes sociales.

#StopViolenciaContraLasMujeres #MachismoMata




Coral Herrera