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El acto, que fue organizado conjuntamente por el Instituto Cervantes y la Fundación César Manrique, comenzó con la proyección de la película “Taro: El eco de Manrique”, del cineasta Miguel G. Morales, ante un auditorio de más de un centenar de personas. Continuó con una mesa redonda en la que participó el propio Morales, el director de la Fundación César Manrique (FCM), Fernando Gómez Aguilera, el naturalista Joaquín Araújo y el urbanista Fernando Prats. Martín López-Vega, director de cultura del Instituto Cervantes, abrió el acto: ““Pocos como César Manrique nos enseñan que la convivencia con la naturaleza es un valor supremo”, señaló.
El periodista Saúl García, que moderó la mesa, planteó la pertinencia de mirar hacia el arte para buscar respuestas ante el reto del cambio climático y la ausencia de liderazgo mundial. Miguel G. Morales señaló que César “mostró un atisbo de utopía” y que su mensaje llega porque conecta “con nuestras pulsiones más primarias”. “Su mensaje es enseñar a ver, hacernos partícipes de la búsqueda de la belleza y nos alista como combatientes por un futuro mejor”, aseguró.
Araújo expuso que “el pensamiento ecológico es el más arriesgado” porque supone enfrentarse a los intereses que pretenden “devorar el paisaje”, y señaló que César “era una voz solitaria que pretendía algo que empieza a vislumbrarse como posible: aterrar a los poderes de este mundo”. Aseguró que Manrique ofreció el ejemplo de que para el ecologismo “poco hay más hermoso que dedicar la vida a defender la vida”.
Diario de Lanzarote