El pasado 10 de agosto, un jurado popular condenó a Monsanto a pagar más de 289 millones de dólares (251 millones de euros) a un hombre de 46 años llamado Dewayne Johnson que padece una forma de cáncer incurable. Johnson padece un linfoma no Hodgkin que le da una esperanza de vida muy corta. Según Johnson, el cáncer está provocado por el uso continuado de un herbicida común llamado Roundup, fabricado por Monsanto. La sentencia, aparte de la cifra, supone un peligroso precedente para la firma, adquirida por Bayer. Según la agencia Reuters, Bayer se enfrenta a 8.000 demandas similares a esta en Estados Unidos.
Johnson trabajó en 2012 en la jardinería del distrito escolar de Benicia, un pueblo al noreste de San Francisco. Su trabajo era en parte rociar con los pesticidas Roundup y Ranger Pro. Según su demanda, contrajo el linfoma después de dos años de hacer este trabajo. El jurado consideró probado que el pesticida en cuestión fue el causante del linfoma y que Monsanto no informó en el empaquetado de la presencia del glifosato, un componente que la sentencia considera que causa cáncer. Se trata de la primera demanda de este tipo que llega a juicio. El caso fue tramitado de urgencia porque a Johnson le pueden quedar meses de vida.
El país
En noviembre de 2017, la Unión Europea renovó el permiso para el uso del glifosato en su región por otros cinco años. En mayo de 2018, el gobierno de Emmanuel Macron insistió en su promesa de prohibirlo en 3. En agosto siguiente, un juzgado de California, Estados Unidos, ordenó a Monsanto indemnizar al agricultor Dewayne Johnson, diagnosticado con cáncer en 2014. A comienzos de septiembre de este año, un juzgado de Brasil revirtió la decisión de prohibir los pesticidas con este compuesto en el país.
La tensión por el uso del glifosato pasa en buena parte por las decisiones de jueces, legisladores y gobernantes en distintas partes del mundo. Pero en Argentina, uno de los países que más demanda químicos con este compuesto, hay un grupo de agricultores que está empezando a promover los cultivos agroecológicos. Se trata de plantaciones donde se buscan alternativas naturales para erradicar las plagas y las enfermedades sin el uso de herbicidas, pesticidas o insecticidas.
Todavía son pocos los que se unen a esta corriente de la agronomía y para Marisa Fogante, quien cultiva frutas sin el uso de químicos, la razón es clara: "en Argentina, también, la producción convencional o con agrotóxicos está muy presente, tiene mucho lobby, mucha presión, muchas empresas que financian, auspician y promueven este tipo de agricultura. Entonces obviamente nosotros venimos a cuestionar algo que, entre comillas, funciona".
Exposición al glifosato en embriones de anfibios podría generarles daños al sistema neural
La duda de esta agricultora, así como la de muchos otros no es infundada. En varias universidades argentinas, en un juzgado estadounidense y hasta en la Organización Mundial de la Salud han advertido sobre los efectos colaterales del glifosato tanto en la salud humana, como en la tierra y los cultivos rociados con RoundUp, uno de los pesticidas de Monsanto más distribuidos en el mundo.
En 2010, un grupo de investigación de la Universidad de Buenos Aires liderado por Alejandra Paganelli y Andrés Carrasco analizó cómo la exposición al glifosato en embriones de anfibios podría generarles, además de daños al sistema neural, malformaciones craneofaciales.
En 2016, un año después de que la OMS señalara al glifosato como una sustancia "probablemente cancerígena", un grupo de investigación de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Argentina, liderado por Silvana Rosso, fue más allá y afirmó que el compuesto podría causar daños al sistema nervioso central en mamíferos expuestos a este durante el periodo de gestación.
"Nuestros descubrimientos resaltan la importancia de establecer controles rigurosos en el uso de herbicidas compuestos con glifosato para proteger la salud de los mamíferos", apuntó Rosso y su equipo en la investigación publicada en la revista 'NeuroToxicology'.