Utilizar el miedo para convencer a alguien de que haga algo no es una forma muy honrada de solucionar un problema. Y quizá no sea ni siquiera tan efectiva por diferentes motivos.
Azuzar el miedo no es muy ético, y si fomentamos su uso para manipular las emociones de las personas, antes o después se nos puede volver en contra.
Además, el miedo se puede transformar, sin mucho preaviso, en pánico, y dar lugar a situaciones difíciles de controlar y de resultados imprevisibles. El miedo es una emoción fuerte que genera a menudo un bloqueo. El miedo lleva a la inseguridad y se convierte fácilmente en una emoción negativa. Cuando el miedo crece, se convierte en terror, y este sí que hace que perdamos el control por completo.
El miedo no acaba de funcionar muy bien a la larga porque una amenaza o un anatema pueden tener resultados a corto plazo, pero a largo plazo es difícil que se sustenten. Y, evidentemente, la gestión sostenible del planeta es algo que requiere una actitud duradera y con amplios horizontes.
Con el miedo puedes controlar algunos comportamientos específicos, pero en el caso de un cambio de rumbo global no hablamos de un par de ajustes en algunas conductas, sino de cambios profundos en cientos de aspectos fundamentales de nuestras vidas cotidianas.
No tenemos que imponer esta medida o aquella, sino impulsar un cambio de mentalidad general. Es decir, no podemos usar el miedo para solucionar miles de problemas individualmente, sino encontrar una solución que los abarque a todos (o a muchos) a la vez.
Las predicciones catastrofistas, si luego no se cumplen exactamente, representan una publicidad negativa para la causa. Un pronóstico aterrador pero equivocado puede cancelar décadas de empeño y de trabajo a nivel de comunicación y percepción social.
El miedo no es universal y por ello no funciona en todas las personas. Hay quien se resiste, e incluso quien reacciona de forma imprevisible o contraproducente cuando se siente presionado, agobiado o amenazado. Y aquí estamos hablando de una cosa tan importante (la salud de nuestro planeta) que no podemos permitirnos dejar a nadie fuera del proyecto. Tenemos la responsabilidad, como divulgadores, de llegar a todos con una información clave para nuestras vidas.
Los limites del miedo en la narrativa del cambio climático (Emiliano Bruner, Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH); Fernando Valladares, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC))