domingo, 10 de marzo de 2019

Mamá, no quiero ser científica

La visibilización de las mujeres de ciencia es un ejercicio de justicia. No se trata solo de tratar de despertar vocaciones, sino de dar nombre a tantas mujeres de ciencia que son borradas de la historia. Que por fin aparezcan en las publicaciones de ciencias, en los libros de texto, en los documentales, que dejen de aparecer como personajes secundarios y que se les coloque en el papel de protagonistas cuando lo hayan sido, que se relaten las injusticias que han soportado y que las han colocado en posiciones de segunda. La mujer de, la ayudante de, la técnico de. Las que no se llevan el reconocimiento por ser mujeres, que ahora merecidamente se lo demos.

Algunos ponen en duda que la visibilización sirva para despertar vocaciones. Es una duda razonable. Despertar vocaciones dota de un sentido de utilidad a corto y medio plazo a gran parte de las acciones que se acometen en relación con el 11 de febrero. No estamos acostumbrados a poner tanto empeño en acciones simbólicas si estas no tienen un sentido útil, una respuesta medible: más niñas que quieren ser mujeres de ciencia. Estrictamente no tenemos ni idea de si la consecuencia será esa. A mí no me preocupa que no lo sea, porque lo verdaderamente poderoso de todo esto es su valor simbólico. Como una suerte de performance colectiva que pretende colocar a las mujeres en el lugar que merecen. La visibilización de las mujeres de ciencia es un ejercicio de justicia, y esto tiene valor en sí mismo, independientemente de si sirve o no para animar a las niñas a convertirse en mujeres de ciencia.

Chica, haz lo que te dé la gana

Si como mujer de ciencia te he servido como referente, estupendo. Si no, estupendo también. Si quieres estudiar ciencias, adelante. Si quieres estudiar ciencias de la salud, enfermería, magisterio, carreras tradicionalmente femeninas, hazlo. Que nadie te haga sentir que tu elección no es libre. Que nadie te haga sentir que tu elección es menos importante. Que nadie te haga sentir que eres un estereotipo. Eres un individuo, no eres un engranaje más de un organismo femenino. Si nadie te ha obligado a tomar esa decisión, disfruta de ser un individuo que elige libremente su camino. Si quieres abanderar alguna lucha, que sea la tuya.

Si alguien te dice que tu elección no es libre porque está condicionada te diré que todas las elecciones están condicionadas, de una manera u otra. Las de los chicos y las de las chicas.

Que es igual de guay jugar con barbies que con robots. Y no me refiero a jugar con la Barbie laboratorio de ciencia, sino con la Barbie mil peinados, que es la mejor de todas. Disfrazarse de princesa es igual de divertido que disfrazarse de pirata. Y es lógico que no quieras disfrazarte de Marie Curie porque no era nada glamurosa. A ver si tampoco te vas a poder disfrazar de lo que te dé la gana. Que el problema no es a qué juegan las niñas. Solo faltaba.

Que si la ingeniería te da la turra, no estudies ingeniería. Si quieres estudiar ingeniería y te asusta que sea una «carrera de hombres» pues a pastar el cliché, que no hay nada que pueda hacer un hombre que no pueda hacer una mujer.

No tienes que demostrar nada ni ser adalid de nada. Que menuda responsabilidad. Que no defraudas a nadie si no quieres ser científica. Que hay algo más grande que formar parte de las mujeres de la ciencia, y eso más grande es tu vida.

Sobre la autora: Déborah García Bello es química y divulgadora científica
Cultura científica